viernes, 28 de noviembre de 2008

Breve historia del manga y el anime en Cuba.

Década de los años 70.
“Muñequitos japoneses”

EN la década de los 70(*) del pasado siglo, comienzan a exhibirse en los cines de nuestro país largometrajes animados procedentes del Japón. Las historias que narran estos largometrajes son muy dinámicas, con personajes interesantes y bien diseñados, y una animación muy efectiva. Considerados un soplo de aire fresco en medio de un panorama cultural que celosamente se sobreprotege de los productos culturales del capitalismo (entendiendo por ello fundamentalmente las obras estadounidenses), pronto van a ganarse un lugar especial en la preferencia del público infantil de la época. Identificados (lógicamente) como “muñequitos japoneses”, esta denominación de origen muy pronto los hace muy atractivos para el público cubano como productos de calidad asegurada.

Alejados tanto del realismo socialista subyacente en los “muñequitos rusos”, como del happy end a ultranza de los “muñequitos americanos” de antes de la época revolucionaria que se exhibían por entonces, estos animados llamaban la atención por sus personajes de apariencias generalmente occidentales, por el buen trabajo de doblaje de actores nacionales, y por la forma en que podían encontrar un momento para transmitir valores positivos a los más pequeños, como la solidaridad con los más débiles y los más viejos, el trabajo en grupo, la perseverancia y el premio al esfuerzo, siendo, además, muy entretenidos.

Títulos como El Imperio Submarino, Las aventuras del osito panda, El Gato con Botas va al Oeste, La Sirenita, Jack y la brujita, Historia de una vieja Locomotora, o El Gato con Botas da la vuelta al mundo en 80 días son todavía de los más recordados de esta época.


Década de los años 80.
1981 a 1984. El Cambio de Percepción.

SIN embargo, los “muñequitos japoneses” podían ser no sólo historias animadas para los más pequeños.

A principios de los años 80, se exhibe Voltus V, una película que ha sido de las más recordadas por varias generaciones de las estrenadas alguna vez en nuestros cines. La historia del super-robot de la espada láser, defensor de la Tierra ante la amenaza del Imperio Barzán, prendió muy fuerte en la imaginación de niños, adolescentes, y jóvenes, al punto de convertirse en objeto de culto. Los fans a Voltus de la época buscaban, atesoraban (e incluso negociaban e intercambiaban) fotogramas descartados de la cinta con la imagen del robot. Lo pintaban, lo calcaban, le mejoraban las armas, se hacían pequeñas historietas con él, (o sobre él), se discutían versiones alternativas de la historia (la más común: qué hubiera pasado si dos o mejor, tres monstruos se hubieran enfrentado a Voltus V, ¿eh?).

Y por supuesto, esperaban la 2da parte, que iba a ser muchísimo mejor…

Tras Voltus, se hizo cada año habitual el estreno de largometrajes animados japoneses en los cines y, al igual que los primeros largometrajes vistos en los años 70, estas cintas contaron con el doblaje de muy buenos actores d
e la tv y el cine nacionales. Actores como Frank Gonzalez, Pedrito Silva, o Rudy Mora (por sólo citar algunos) aportaron con sus voces una dimensión muy cubana a Voltus V, El Castillo de los Falsificadores, El Pájaro de Fuego, Taro, el niño Dragón, Cyborg 009, o Las aventuras de los ositos polares, y ayudando así a la excelente acogida de estas cintas en un público que, gracias a estos animados, ya empezaba a ver en Japón no sólo al país de los samuráis de Kurosawa, el de los componentes electrónicos miniaturizados dentro de electrodomésticos Sony o Sanyo, o el de los confiables vehículos Hino y Honda.

Japón era también el país de una producción seriada importante, lo mismo en historietas (llamadas mangas) que en series animadas, y varios de estos largometrajes vistos en la década de los 80 eran adaptaciones al cine de dicha producción seriada, a diferencia de los largometrajes vistos en la década anterior. Por sólo citar tres ejemplos: Voltus V era una recopilación de algunos capítulos de una serie para TV; El Pájaro de Fuego una adaptación de un manga de Osamu Tezuka, y El Castillo de los Falsificadores, de Hayao Miyazaki, una película hecha gracias al éxito de una serie que (a su vez) había sido hecha gracias al éxito de un manga.

Década de los años 80. 1985 a 1990.
Las series animadas infantiles en TV.


LA TV comienza también, a mediados de los años 80 a exhibir series con animac
ión japonesa, fundamentalmente coproduciones de países europeos con casas de animación japonesa, con títulos como por ejemplo Ulises 31, Rui, el pequeño Cid, o Banner y Flappy, y también series totalmente japonesas, como La Princesa Caballero o Átomo (Atomboy, exhibida como Las aventuras de Jet Marte).

Estas series (inicialmente transmitidas sólo durante los meses de verano), sufrieron de saltos de continuidad, producto de cambios en el orden de exhibición de sus capítulos, pudiendo incluso, ser exhibidas de forma incompleta (como sucedió con Ulises 31). No obstante estas irregularidades, estas series fueron muy bien recibidas, y permitían apreciar, con mayor detenimiento, determinadas peculiaridades del estilo de animación japonesa. Encuadres, diseños, movimientos de los personajes, empleo de estereotipos comunes en las tramas de estas series; son ya algunos aspectos que comienzan a influir en aquellos que comienzan a soñar en convertirse algún día en dibujantes y animadores dentro de los marcos de su estética favorita. La del anime.

Lamentablemente, en este período de bonanza económica que fueron los años 80, no se publicaron en el país historietas provenientes del Japón, aunque es evidente que ya el manga había comenzado a influir en algunas creaciones de los 80, fundamentalmente en historias de ciencia ficción para la revista Zun-Zún (como Yeyín, por ejemplo). Ya a finales de la década, la revista Cómicos empieza a anunciar creaciones de nuevos artistas cubano con estética manga, pero las mismas nunca llegaron a ver la luz.

Aunque la TV desplaza rápidamente al cine en estos años en la cantidad de animados que se exhiben, lo cierto es que, entre ambos, crean una expectativa en los aficionados cubanos que va en aumento, muy en consonancia con el auge internacional que va experimentando la animación japonesa en la segunda mitad de los años 80. Títulos como Tecnopolicía en acción, Fuerza 5, Único en la Tierra Secreta, El Lago de los Cisnes, Yaltus (realmente Baldios, renombrada Yaltus en el ICAIC, y que no gustó a todos, quizás porque con ese nombre muchos esperaban ver una historia similar a la de Voltus), y finalmente Locke, el superman de la Galaxia, hacían esperar que las nuevas propuestas por venir en cine y tv serían cada día más, y mucho mejores.

Sin embargo, a principios de los años 90, la situación cambia abruptamente para los amantes de la animación japonesa.


Década de los años 90. 1991 a 1995.
El boom “invisible” del anime.

DURANTE los años 80, el éxito continuado de los animados japoneses en Europa y Asia, estimula a las compañías japonesas a la creación de producciones con cada vez mayor calidad. Películas como Nausicäa, del Valle del Viento o Patlabor, y series como Mobile Suit Gundam van ganando espacios para el anime a nivel global hasta que, con el estreno de la película Akira de Katsujiro Otomo, se desata una explosión de consumo de animados japoneses a nivel internacional. Basada también en un manga, muy violenta, con escenas de una edición vertiginosa, y un final enigmático que todavía hoy da de qué hablar, Akira abre de par en par las puertas de Occidente a una industria de animación que puede hacer cualquier tipo de historia, para cualquier tipo de público, y que ya no se limita solamente al cine y la tv, sino que además ha encontrado en las producciones “directo a video” la posibilidad de saltarse las limitaciones (dígase censura, horarios, géneros temáticos establecidos) de estos dos medios.

En Cuba, sin embargo, la caída del campo socialista europeo trae una situación económica difícil, que provoca que desaparezcan rápidamente del cine los estrenos de nuevas películas, entre ellas, también los largometrajes animados japoneses. La tv queda casi como única vía para poder ver la animación japonesa (ciertamente, la más estable), ante las frecuentes faltas de fluido eléctrico que sufre el fanático cubano en estos años.

Caracterizada por la reposición de todas las series exhibidas en la década anterior (y manteniendo aquellos saltos de continuidad y finales en suspenso, como si fueran todavía los años 80) la tv estrena en esta época también nuevas series, como Capitán Futuro, Ángel, la niña de las flores, y Los Gatos Samuráis. Es sobretodo esta última serie (que se vio no muy alejada de su estreno en México), la que permite apreciar mejor la fuerza del anime, capaz incluso de reírse de las convenciones que ha creado, y que lo hacen tan reconocible. En efecto, rasgos característicos de las series japonesas de los 70 y los 80 como el “monstruo de la semana”, las peculiaridades histéricas de los personajes femeninos, o el papel inevitable del villano como motor impulsor del conflicto de cada capítulo, son puestos de manifiesto una y otra vez, en cada capítulo de aquellos gatos que repartían pizzas y justicia en Pequeño Tokio. También esta serie permite apreciar un progresivo abandono de los personajes con apariencia y comportamiento occidentales, apreciados en las primeras series, en favor de otros que, si bien no tienen por qué tener apariencia japonesa, sí se comportan reconociblemente como tales.

Sin embargo, a diferencia de las décadas anteriores, ya desde la 1era mitad de los años 90, el amante al manga y a la animación japonesa va a tener progresivamente más acceso a materiales que no le llegan por la vía de las editoriales, el cine o la tv nacionales. El boom del manga y el anime de principios de los 90, aunque no se apreciara en los medios tradicionales, de una forma u otra, lentamente también nos iba alcanzando.

Década de los años 90. 1996 a 2000.
Crisis del paternalismo televisivo.

TODAVÍA con escasez de papel en el que publicar, y casi sin películas que exhibir en las salas deterioradas, ni las editoriales ni el cine están en esta época en condiciones de hacerse eco del fenómeno del manga y el anime.

La tv nacional por su parte, todavía con dos canales de alcance nacional, no encuentra espacio en la programación de esta década para series como Neon Genesis Evangelion, de robots pilotados por adolescentes inseguros de sí mismos, bajo la tutela (escolar o no) de organizaciones con sus propias agendas secretas. Tampoco lo tiene para series más infantiles como Dragon Ball, de corte infantil, pero con un nivel tan elevado de violencia que no se juzga apto para los más pequeños. Ni para películas como Ghost in the Shell, de Mamoru Oshii, donde preocupaciones transhumanistas alternan con un tratamiento muy gráfico del desnudo, el tecnofetichismo y actitudes sexuales nada ambiguas, que diluyen de forma incómoda para la censura televisiva la línea entre erotismo y pornografía.

Sin embargo, entre los amantes al manga (término bajo el cual ya los fans engloban animados e historietas por igual) circulan películas y series en cassetes de video, con títulos muchas veces deseados por años, como por ejemplo Mazinger, Gran Mazinger, o Los Caballeros del Zodiaco. Es precisamente esta circulación informal (en cassetes de video y en revistas que, de forma esporádica, se traen de otros países) un aspecto que va a caracterizar la incipiente difusión de cassetes y revistas a partir de la segunda mitad de la década de los 90. Inicialmente con una entrada muy irregular, dependiendo fundamentalmente de personas que deseen (y puedan) traerlas de otros países, la entrada de Cuba a internet en el año 96 acelera esta difusión, y permite un acercamiento de los fans al fenómeno del manga, cada vez menos mediado por la política cultural de las instituciones culturales, o de las posibilidades y gustos personales de amigos y familiares en el exterior.

Gracias a internet, y al fenómeno de la digitalización (traslado del contenido almacenado en soportes tradicionales como revistas, libros, discos de música, cintas de video hacia soportes digitales), el aficionado cubano puede finalmente irse “poniendo al día” en lo que al manga y al anime se refiere. Al principio muy lentamente, y luego cada vez con mayor velocidad, comienzan por aparecer bandas sonoras de películas, temas musicales de openings y endings de series famosas, imágenes de personajes (conocidos o no, hentais o no), scanlations de mangas, a películas y series completas ya a principios de los años 2000, que van inundando poco a poco los discos duros de aquellos que tienen computadoras, y posibilitando (para comienzos de la década siguiente) la aparición de un nuevo tipo de fan en el país.

El otaku cubano.

Años del 2001 a la fecha.
La influencia del otaku cubano.

LOS aficionados al manga y al anime en la Cuba actual ya no tienen que esperar como en épocas pasadas por la aparición, en cine o tv, de sus títulos favoritos. Conocedores de la obra de los principales realizadores japoneses, y seguidores entusiastas de series contemporáneas como Naruto, Hellsing, Full Metal Panic, Full Metal Alchemist, Bleach, o Death Note (entre otras); se han caracterizado en esta década por tres aspectos.

El primero, el elevado conocimiento y consumo de animes y mangas, muchas veces con un corto tiempo desde su transmisión en Japón, fundamentalmente gracias a una comunidad internacional de fansubbers (personas que subtitulan películas y series japonesas a otros idiomas), y a una circulación muy rápida entre amigos y conocidos de materiales en formatos digitales.

Un segundo aspecto es la divulgación de información sobre el fenómeno del manga y el anime, mediante comunidades de amigos, fanzines digitales (como Onírica, Qubit, Disparo en Red, Estronia, o La Voz de Alnader), incluso determinados programas de la tv nacional, como Ciencia y Ficción. Esta divulgación va a encontrar su máximo exponente, desde el año 2006, en el programa X-Distante, del Canal Habana de la capital. En este, un programa originalmente pensado para las vacaciones de ese año, y que se mantuvo en pantalla gracias al reclamo de los fans, se ha podido apreciar tanto películas como series, junto a comentarios críticos acerca de realizadores, y la historia del género en Japón.









Y como tercer y último aspecto está la aparición de jóvenes creadores que, bajo las convenciones estéticas del manga y el anime, y que han comenzado a retroalimentar la vida cultural de los cubanos de la isla. Si bien en el caso de las historietas, no se ha logrado todavía concretar publicaciones de mangas, a pesar de la calidad innegable de los trabajos de los mangakas cubanos, lo cierto es que los mismos se han mantenido dibujando, muchos desde finales de los 80, y esperan compartir algún día (por supuesto, lo más pronto posible) con los lectores cubanos sus creaciones. Algunos de estos mangakas han dado el salto a la animación, y desde los estudios de animación del ICRT y el ICAIC han comenzado a dar a conocer obras en las que son reconocibles las convenciones estéticas del anime, por el momento en animados fundamentalmente dedicados al público infantil, como El frijol viajero, La Gotica de Agua, Yeyín y el cazador androide, o Nené Traviesa, entre otros, y se aprecian ya producciones de animados dirigidos a adultos, como Quietud Interrumpida, de Alex Rodríguez.

En el caso de los animadores, además, se agradecen la aparición de producciones independientes, que intentan llevar adelante proyectos de animación muy personales, en ocasiones buscando fuentes de financiamiento en el exterior. El anime, como lenguaje que permite realizar animaciones visualmente atractivas, y a un costo comparativamente menor al de otras técnicas de animación, ha sido abrazado por algunos de los más jóvenes realizadores, que tienen experiencia como mangakas o como animadores en el ICAIC y el ICRT para abrir un espacio a los animadores cubanos en el ámbito internacional. Es el caso por ejemplo, de Ermitis Blanco, que con el videoclip de la canción Piedra contra Tanque, para el grupo español Ojos de Brujo, asombró muy favorablemente a los fans del patio. Con un estilo dinámico, que recuerda al de Yoshiaki Kawajiri, este corto es una vívida muestra de cómo las influencias del anime ha sido asimiladas por los artistas cubanos, y una promesa de lo mucho que podríamos llegar a realizar con el talento existente en nuestro país.

Conclusiones.

Insatisfacciones, a pesar de lo mucho que se ha avanzado, por supuesto que existen. El programa X-Distante, por ejemplo, sólo se puede ver en Ciudad Habana. Los mangakas cubanos, si no son publicados dentro de poco tiempo, corren el riesgo de perder la frescura de sus propuestas.

Pero lo cierto es que el manga y el anime, llegaron para quedarse en nuestro país, y tener entre nosotros, mezclado con nuestra forma de ser, un gran futuro por delante.

(*): Realmente desde finales desde la década del 60, con películas animadas como El Imperio Submarino, por ejemplo.


Dossier anime en "La Jiribilla".


El sitio digital "La Jiribilla", a raíz de la visita a nuestra islita de Nobuyuki Tsugata, historiador del anime en Japón, ha publicado en su número 394 un Dossier sobre la influencia de la historieta y el animado japonés en la Isla, fundamentalmente tomando como base el resumen de la actividad del mes de Septiembre de Dialfa-Hermes. Mi introducción a la actividad de Dialfa, "Breve Historia del Manga y el Anime en Cuba", es el primer artículo dentro del Dossier, seguido por la conferencia que Nobuyuki Tsugata impartiera en el ISA, el pasado 25 de octubre.

(Por cierto, que en la foto de Tsugata en el cine 23 y 12, salimos Betty, Smi, y un servidor, entre el público.)

También están en el Dossier:

Anime tropicalizado: la búsqueda de un estilo, entrevista con el animador Iván Alain Pérez Barrero.

De la pantalla al tablero de dibujo. Japón en la historieta cubana, de Miguel Bonera Miranda.

Un resumen de la actividad de Dialfa del 13 de septiembre. (De nuevo, Betty y Leo entre el público).

Desde Elpidio Valdés hasta Fernanda, por Rachel Domínguez Rojas. Una visión de los estudios de animación del ICAIC.

De otakus y mangakas en el Caribe (léase Cuba), de Mario Masvidal. Curiosamente a la entrada del sitio, y bastante antes que el Dossier en sí. Tiene algunas inexactitudes, como esa de que Voltus V y Mazinger fueron los primeros animes en llegar a Cuba, o como aquella de que: [del Japón, en los 70s] “… llegaron solamente los animes, los ómnibus y camiones Hino, y el radio-tocadisco Sanyo de 600.00 pesos (MN, claro está)”. En fin…

Una galería de imágenes del proyecto MangaKubano, y de los proyectos de los animadores independientes.

Dos reseñas sobre el proyecto Comikazes on target.

Una reseña sobre el Festival Animia 2008, del ISDI...

y otras cosas...

En sentido general, mi artículo no fue muy editado por “La Jiribilla”, a excepción del rediseño de las imágenes dentro del texto, y de una inconsulta supresión “sanitaria” de cierta referencia al hentai que muchos fanáticos de la isla almacenamos en los discos.

“Breve historia del Manga y el Anime en Cuba” se puede consultar aquí, en “La Jiribilla”.

O aquí, en Bajavel. Sin cortes, y más cerca. ;-)


(Créditos: La imagen de la cubanita anime es de Larissa, una animadora del ICRT).

viernes, 5 de septiembre de 2008

¡Bienvenidos, molditos!

“¡Bienvenidos, molditos!”
reza el cartel colgado aprisa
a la boca de la Gran Manufactura
y ya solícitas las puertas se aprestan
a impedir el libre paso de acompañantes varios
sonriendo cómplices por la espalda a los adultos
o repartiendo patadas que infundan
confianza
a perros y gatos

Una vez dentro, Primer Hoguero da la enhorabuena
con alegre ceño de porcientos bajos
bufa, barrita, exige bochornos
“y hacia las jaulas
(por piedad, formados)
a lavar, culpables, el Honor del Templo”

Ahora, sé redondo como yo
redondo como yo,
moldito
sé redondo como yo
como yo,
redondo…

Para bostezar bien el turno
caminante lento
reparten las desidias soñolientas
migajas de responsabilidad sin tope
(tan del agrado de futuros reptores)
a intervalos precisos les visitan Actos
y repiten los gramófonos graves
la fábula de la luzalada caprichosa que desdeñó
tres veces
(¡!)
entrar por el aro
y vuelven luego, entre pausa y moraleja
el acetato…

Que redondo, redondo;
¡maldito!
¡Que no jodas más...!
¡Redondo!

Mayo, 1996

(Para Smi, que ya empezó el prescolar. Cómo pasa el tiempo...)

jueves, 5 de junio de 2008

Cuando un personaje no quiere morir...

Como contaba en el post anterior, gané el 1er premio del concurso de cuentos del Behique 2008. Envié dos cuentos al evento: El fin del paradigma Turing - von Neumann, y Ed Dedos, bajo el seudónimo de whrlwnd (whirlwind, si ponemos las íes en su sitio).

Ganó Ed Dedos, y por partida triple. Yoss lo leyó al público que fue al Behique con una voz cargada de un dramatismo que difícilmente yo podría conseguir, será publicado digital en el próximo La Voz de Alnader, y finalmente, aparecerá en una antología que ha preparado el Yoss por los 50 años de la cf cubana. De último cuento, no fue mi primera opción, casi ni llega a tiempo, a lo mejor todavía hay que hacerle algunas correcciones en la editorial… pero seguro que ahí va a estar.

Pónganle el cuño.

Ed Dedos es un personaje que ha estado a punto de dejar de existir todas las veces que he pensado en usarlo dentro de una historia, pero que siempre ha insistido, se ha aferrado a lo que escribo, se ha buscado un pequeño resquicio en mis cosas, lo ha defendido y, finalmente, se ha salido con la suya. Y mire usted qué cosa, es posiblemente el único personaje de mi novela abandonada del cual todavía me acuerdo, aparte del protagonista. Ed Dedos sería mi actor secundario fetiche, si me dedicara al cine, y me lo aprobaran en el casting. Cuando empecé a hacer los cuentos que siguieron a “...Turing – von Neumann”, el viejo Ed siempre quiso aparecer en alguno. Le daba lo mismo si era un secundario, una mención rápida, o una nota al pie de página. Él tenía que estar ahí. Cuando me decidí a escribir Cuentos de Bajavel, para explorar en reversa el período Turing – von Neumann de mi universo, Ed insistía en que quería aparecer en alguno. Tenía que aparecer en alguno. De lo que fuera, pero TENÍA que estar. Así que finalmente le hice (me hice) un grandísimo favor. Le escribí un cuento dedicado por completo a sí mismo, y a su forma de ser. Un cuento lo más objetivo posible, para saldar de una vez y por todas esta relación que llevamos ya quién sabe cuantos años. Ed no quería morir como personaje, y yo quería seguir escribiendo. Los dos teníamos que pasar la página.

Quedó tan complacido, que por escribirlo me han dado el primer premio en público que alguna vez me hayan dado. Pero todo el mérito ha sido suyo. En el fondo, siempre supe que podía ser mucho más que un personaje secundario. Y lo ha demostrado, sobreviviendo.

Enhorabuena, Ed.

miércoles, 4 de junio de 2008

Behique 2008. Un evento más que necesario.


Sábado, 31 de mayo de 2008. Salón lleno de amantes a la cf, a la fantasía heroica, al atuendo celta o gótico, al manga y al anime, en fin a esas zonas tan influyentes pero no muy difundidas de la cultura cubana más joven. La cita del último sábado de cada mes de Dialfa HERMES pasa, por esta vez, de la Biblioteca Martínez Villena al Centro Hispano Americano de Cultura. Es el Behique 2008.

Entre los fans, los escritores y divulgadores que mantienen vivo este, nuestro género, en el país. El Yoss, espada en ristre, sombrero cowboy, túnica, capucha: el performance total. Michel Encinosa, alto cronista de Neón, campeón de Liris. Raúl Aguiar, y sus implantes postgeográficos, captando ciberpunk dondequiera que se esconda. Bruno Henríquez, y la familiar sonrisa de las pelis de cf del verano. El Juan Pa Noroña, tan minucioso y complacido con los detalles de esos personajes de las series niponas llevados a 3D en formato papelcraft. Gerardo Chávez Spínola, calentando los motores que trae el nuevo Guaicán. Javier de la Torre, que trajo a Espiral a la fiesta, así que también vino Anabel Enríquez. Carlos Cano Duarte, que casi no paró de reírse. Yadira y Gonzalo, tan Estronianos como siempre.

Se empezó con cuatro homenajes. Dos a escritores, dos a divulgadores del género. De los escritores, se homenajeó al maestro Agustín de Rojas, (que no pudo venir desde Santa Clara) , y al Yoss. De los divulgadores, a Gerardo Chávez Spínola, y a Yadira y Gonzalo. Hubo luego un encuentro de conocimientos, de casi dos horas, con preguntas de esas que a lo mejor no sacan "ni allá fuera". La verdad es que los del equipo perdedor hicimos nuestro mejor esfuerzo . Pero los dioses galos de la metalurgia no son nuestro fuerte. (Ni la banda sonora de Matrix Revolutions). Después, fue la premiación del concurso de cuentos que se convocó, y un servidor (gulp!) fue el ganador, y se quedó sin palabras al oír lo que el Yoss, el (Erick) Mota y el JuanPa le dijeron en el acta de su cuento. Caballeros, que por suerte soy negro, sino me sacan el resto de los colores.

Para finalizar, un panel donde se debatió, algo escasamente para mi gusto (y el de Yadira, que se fue conmigo ), el estado de la cf en Cuba: donde estamos, adonde apuntamos, qué pasa con la posición editorial y televisiva de las editoras y el ICRT (que no mandaron a nadie, aunque se les avisó). Luego las palabras finales de los dialfos, y para cerrar la tarde, la Peña Baya de Oro, que incluyó un concierto de los PILGRIM, un grupo de rock gótico, tan inusuales como el resto del día. Los "peregrinos" chicos, nada más y nada menos que de Santiago de Cuba, mandaron a los asistentes a paseo, para ensayar por 15 minutos en soledad creativa, y luego hasta enviaron un representante a solicitarle al público que debían suspender las grabaciones antes de determinado número, porque todavía no se había escuchado en público. ¿Saywhaaaat...?Al parecer, ya tienen conflictos con la casa disquera por la cantidad de bootlegs que generan sus conciertos. En fin, muy bien por ellos.

Y se acabó la Peña, y con ella el día del (¿primer?) Behique. Los agradecimientos al Comité Organizador: Sheili, Melkay Ibarra, El Silfo, Lara Malfoy, Mamá Dragona, el Geobert, el Siomel, a los artistas que dieron a mostrar sus obras, a la gente del Centro Hispanoamericano, y a un largo etcétera de dialfos, frikis y pueblo en general.

Que se repita.

jueves, 10 de abril de 2008

Leyendo...

Leer, qué manía. Leo cualquier cosa que me caiga a mano, desde los libros infantiles que le compramos a Smi en la última Feria del Libro, pasando por periódicos (Granma incluido, brrr…), libros de viejo, artículos técnicos, revistas, blogs, fórums, ezines, fanzines, webzines, guiones, wikiquotes, etc, etc, etc. Creo que no en balde me dicen Leo, ese diminutivo de Leonardo que casualmente coincide con el verbo de una de las acciones que más realizo.

Leo lo mismo digital, que en soporte papel de celulosa estándar.

Leo, luego existo… ;-)

Esto es sólo parte de lo que he estado (re)leyendo en estos días:

Delitomayor y El Reino Amurallado. Los dos blogs de Ángel Pérez Cuza, un escritor cubano al que todavía no se le publica en su propio país todo lo bueno que nos ha escrito. Muy muy buena persona, en persona.

Engines of Creation, de K.Erick Drexler. Las nanotecnologías, explicadas paso a paso, mucho antes del boom mediático que acompaña al término nano actualmente. El libro por excelencia para conocer del tema, sin tanto vaporware de por medio. Conciso, muy razonado, y razonable.

Postsingular, de Rudy Rucker. Otro retoño más del ciberpunk, esta vez el psipunk*. Descargable desde el sitio del autor, junto con las notas que hiciera mientras lo escribía. Strap yourselves in, boys!

Tratado de Semiótica, de Umberto Eco. My birthday present… my preciousssss….

Los Siervos, de Virgilio Piñera. Decir algo sería… una pura cuestión de forma, de mi parte. :-)

* Los “punk genres” en Wikipedia son un buen lugar para ver como el cyberpunk, inicialmente una estética de subgénero en la cf, ha sido asimilado también por la fantasía heroica y el horror.

domingo, 23 de marzo de 2008

El fin del paradigma Turing - von Neumann

Para John von Neumann (1903 -1957) y Alan Turing (1912 – 1953), padres matemáticos de la informática actual.
Para William Gibson, por el ciberespacio.


Domingo

Curso Ingenierías, segundo año, universidad pública en las afueras de la clásica megalópolis permeada del clásico smog. Vivo interno en el campus. Estudio compulsivamente, siempre he sido así. Me preparo para ser un cotizado recurso humano corporado. Mi futuro tendré que labrarlo golpeando rápido con mis neuronas, y más les vale que estén desde ya lo más afiladas posible.

Ah, mi futuro soñado...

Mi futuro soñado pinta bien.

Mi presente, sin embargo, pinta mal. Más que mal, por cierto amigo que tengo…
Ese amigo es el Dany, que pese a estar repitiendo tercero de Poéticas, vive metiendo las narices en estudios de otras carreras. Carreras como la mía o la de Sociales; nunca la suya, por supuesto.
Su última obsesión, ha decidido ser un hacker…


—¡Malditas IAs! —ha dicho al entrar a mi cuarto al final de esta tarde, rostro grave, pulóver open source, fosforera defectuosa y ganas imperiosas de fumar.

—¿Qué ha pasado? —pregunto.

—Suspendidas por un año las visas hacia la Luna… —se queja, y enciende su cigarro con el mío.

Me pone al día. Su anterior chica de turno (la tan curvilínea y lamentablemente graduada), se consiguió un contrato de trabajo en una colonia lunar. Contrato que al Dany le ha parecido muy interesante; tanto, como para lanzarse de cabeza por la misma brecha sin pensarlo mucho. Y ha acabado virtualmente DENEGADO, incapaz de sortear los requisitos de cierta IA tramitadora.

—Créeme, la ausencia de hackers —termina la colilla contra el piso— ha dejado un vacío en el tejido social. Hay que actuar.

Ah sí, Dany. Como se extrañan los viejos tiempos del paradigma Turing - von Neumann. Como se extrañan los tiempos de aquel ciberespacio que no volverá…

Claro, he puesto cara de no entender ni ostras de lo que habla. La vez anterior que me largó un párrafo similar, puse cara de entender. Y gasté casi un mes intentando demostrarle que no se puede sintetizar un Diplodocus con ADN albergado en bases públicas de datos. Esta vez no, he madurado.

Ya se le pasará.

Lunes

Oh Dios...

El Dany ha desembarcado hoy en mi cuarto con trodos, consola, un suero, infoguantes, y lo peor: un software antihielos, muy nombrado en el pasado pero de poca monta. De más está decir que no ha considerado mi boca abierta como el pasmo lógico de alguien que no puede creer lo que está viendo.

— Dale, desayuna y ayúdame a armar esto — me ha dicho. He valorado comenzar a explicarle porqué habitar el paradigma Turing - von Neumann ya no es recomendable en los tiempos que corren, pero me callo. Hace ya dos años que conozco al Dany, y desde el primer día sé esto. Nunca, nunca se convencerá de algo si no es por sí mismo.

Desayuno. Manual en mano corrijo el cableado de la consola. Saltan las tostadas y las cojo al vuelo. Atrapo un destornillador que me lanza. Limpiamos, ajustamos los puertos. Probamos. Chiflamos los dos. Media taza de café se enfría mientras doy con la posición exacta del regulador, hasta que la dichosa gotica cae de forma correcta y el led del suero azul nos da el visto bueno verde. La cara del Dany resplandece cuando, reclinado ya, le acerco las ventosas de los trodos. Me siento ante la consola y pulso el botón.

Al rato, lo oigo por el auricular.
—Ey, está oscuro aquí, ¿qué pasa?

Es mi momento de sonreír, vengativo.
—Pasa que estás conectado a tu consola. Nada más.

Pasa otro rato más e insiste.
—No veo nada. No siento nada tampoco. ¿Falta algo…?

Suspiro… Años de reinado de alta tecnología con interfaces a prueba de tontos crean gente como el Dany, que viven en un mundo inmediato de consumo, siempre encendido y listo para satisfacer sus caprichos.

—La consola está esperando cual programa vamos a introducirle, —le digo. Además del antihielos —añado casual...

Diez minutos más tarde, un Dany que se frota la carne hinchada de la mano que eligió para recibir el suero, sale con cara de pocos amigos de mi cuarto. Elevo los ojos al techo, y los cierro por unos segundos.

Luego, me siento de nuevo a leer el manual de la consola…


Miércoles

Regresó, por supuesto. Es que ha decidido ser hacker… por el momento. Así que aprovecho dicho estado mental para hacerle llegar lo más básico del camino abierto por la arquitectura computacional imaginada por John von Neumann.

Memorias de almacenamiento. Procesadores de códigos. Programas e información, accesibles por igual en memoria como datos a procesar. Riesgos por ejecutar programas que aparentan ser solo datos. Conversores mnemónicos. Ego, avatares codificados como representaciones del ego. Encapsulamiento del ego dentro del avatar como protocolo de seguridad sicológica. Y le daría además algunos principios de lógica elemental.

Pero…

—¿Qué es eso? —me pregunta curioso, sin ver bien lo que mantengo oculto en esa gaveta por desgracia abierta. Respondo buscando algo en el suelo, evitando mirarlo:
— Un seguro, Dany. Un suero extra por si alguna vez algo anda mal.

—¿Por qué es de color rojo?—me insiste. Se ha acostumbrado ya a colocarse por sí solo los trodos en las sienes. Y aunque deteste el pinchazo, también se está introduciendo por sí solo la aguja del suero azul.

¿Por qué…? En algún momento puede que pierdas la noción del tiempo y el espacio, Dany. En algún momento te conectarás deseando estar solo un rato, y enloquecerás horas después, con un suero que te envía vacío por las venas porque se le acabó el contenido. Entrarás en pánico, tu cuerpo sentirá que se muere y tu mente dividida se negará a entender que vas a disolverte en la nada real y en la del ciberespacio. Este es un suero para momentos así, un suero para reventar el pánico y poderte traer de vuelta.

—Algo así como un extracto depurado para almas en emergencia— trato de zafarme bromeando.

Pero no me zafo… Dany ya ha sentido en carne propia como se entra dolorosamente al pulcro mundo del silicio a través de la aguja y el pinchazo. Y el contenido del suero se convierte en nuestra caja negra de la discordia, porque no quiero; no puedo… darle información más allá de la estrictamente necesaria.

—El suero codifica tu mente en la consola, Dany—le digo—, es lo que permite descargar el alma humana al avatar del ciberespacio.

Me discute Dany que mente y alma no son lo mismo. Que el cuerpo es subordinado siempre a las construcciones mentales. Que las construcciones mentales nacen atadas al mundo falso perceptual de los sentidos. Que los verdaderos hackers encontraron la forma de trascender nuestros límites del autoengaño.

Y que se exiliaron luego, en éxodo masivo, al ciberespacio.

Me grita en mi propia cara, en fin, la incomprensión misma del paradigma Turing – von Neumann.

Sonrío… Su idea de qué es un hacker viene ya mediada por la imagen seductora de ciertos héroes culturales. Modelos arquetípicos que visten bien y enfrentan demonios universales, siempre en otros tiempos. —¿Hackers que ganan al final, dejando en catarsis al receptor de la obra? Ah sí; ya… El viejo cuento, ¿no?—. Uffff, ¿quién le explica al pobre entusiasta de Dany que los verdaderos hackers fueron exterminados silenciosamente por las IAs y las corporaciones? Yo no. Así que le conecto los trodos y lo guío, consola mediante, hasta Bajavel. Tal vez con varios tours guiados, esto no pase de ser un empecinamiento de menos de un mes.

La verdad, empiezo ya a extrañar cuando su manía era clonar un dinosaurio…


Martes

¡Por todos los dioses…!

El Dany se sumerge ya con soltura en el danzante abismo lumínico de Bajavel. Convierte el miedo atávico a las alturas en senderos de fuerza para remontar el vuelo. Levita, flota, se hunde, aflora. Inmersión, descubrimiento y libertad total. El Dany es un surfista de redes nato, reconozco por instinto su talento natural.

¿O debería decir, virtual...?

—No. Ahí no—le advierto— aléjate del resplandor helado de la piel de las IAs, Dany. Controlan la salida al ciberespacio exterior y, si no estás debidamente autorizado, eliminan hasta los enlaces que van de tu avatar a tu consola.

—¿Qué hay más allá? —me pregunta—. Tu peor pesadilla, Ícaro, le respondo, y ambos reímos.

Regresa… Retiro los trodos y la aguja del suero. En sus ojos, fractales persistentes de un mundo más real que este donde se está frotando la mano izquierda. Demasiado pronto, pienso preocupado. Con lentitud, tomo entre mis manos el disco del software antihielos.

Lo doblo…

—Imagínate una habitación cerrada, Dany. Tú dentro, sentado. Frente a ti, tras la pared; dos interlocutores, supuestamente idénticos. Están allí para responderte tus preguntas, pero no es eso lo importante. Lo importante es, ¿qué se esconde detrás de cada cual; una inteligencia humana, o una artificial?

—¿Cómo puedo saberlo?

—Supón que no puedas. Ese es el objetivo del test de Turing, Dany. Un objetivo que se considera cumplido cuando no puedas determinar con exactitud quien te responde; un objetivo que se alcanza cuando la inteligencia artificial logra engañarte, y la consideras inteligencia humana…

—Espera, espera… lo que me dices es absurdo…

—No, no es absurdo, Dany. El test de Turing es una vía de acceso mediante la lógica a la inteligencia. Entiende, cualquier inteligencia...

—¿Cualquiera sea su origen?

—No. Inteligencia creada, diseñada para cumplir con nuestras expectativas de lo que la inteligencia debe ser. Alan Turing fue todo un genio, Dany. No concibió su test previendo una concepción acertada a priori, lo hizo dejando en manos del que pregunta la definición sobre qué es o no inteligente. Imagino a veces la época en la que el test de Turing era sólo una teoría, un sueño más, formulado y demostrado en matemáticas. Si hay alguna época en la que quisiera haber vivido, es esa. ¿Habrá sido Turing consciente de las implicaciones que tendría no poder discernir entre la inteligencia de tipo humana y la de otro tipo…? ¿Sabes Dany?, juntos, el test de Turing y la arquitectura von Neumann, conforman lo que llamo…

—Ok, ok, ya… capté el concepto. Si respondes correctamente el test de Turing, eres inteligente. Ahora dime, ¿qué hay más allá de Bajavel… realmente?

No me contengo y rompo el disco al doblarlo aún más. Los pedazos caen al piso, tintineando reflejos sicodélicos. Oh Dany, Dany… El Dany. Apenas le he abierto la puerta a mi propia y pequeña teoría, y de nuevo me interrumpe. Me iría del cuarto solo por esto. Pero estamos aún en los dominios del test de Turing; yo y el Dany. La probeta conceptual de la que nacieron esos especimenes digitales a los que llamamos IAs. ¿No quiere conocer realmente adonde se fueron todos los hackers...? Suspiro. Tonto de mí. No le interesa saber donde se mete, como siempre. Más allá no hay nada para ti, Dany.

—Nada — respondo.

—Si no hay nada, ¿por qué has roto el disco?

—Porque a partir de hoy me desentiendo de esto. A partir de hoy, pulsa tú mismo el botón de la consola si quieres, que cuando regrese de clases te desconecto. No hay hackers en Bajavel, Dany. Sólo IAs. Y no son inteligentes como tú o yo, no. Son tan inteligentes como para responderse cosas que ni nos pasan por la mente. De hecho, Bajavel es el cuarto donde nos han permitido quedarnos a solas con nuestras tontas preguntas. Y a las IAs no les gustan los hackers, Dany, así que, si no les demuestras que eres uno de ellos, estarás ok.

Me marcho tirando la puerta. Le he llamado hacker a propósito. A ver si pensando que llegó a la meta termina ya con esto. Ha demorado, y tal vez tenga yo que poner un poco esta vez de mi parte.

Pero ya se le pasará…


Viernes

Llego, dos horas para medianoche y ahí está de nuevo. Conectado a la consola. Por precaución miro el nivel del suero. La mitad, más o menos. Bueno, que esté un rato más, pienso automático, y voy a darme un duchazo. Vengo exhausto y, gran error, no espero alguno de sus conocidos tropiezos. Dejo la ducha, enciendo el mediavisor…

…despierto algo después. Frente a mí, una chica. Adolescente, colegiala, linda; del modelo que se expresa. Habla de lo dulce que le es ese último ritmo que tiene oscilando por igual cuatro colonias submarinas y a la Luna entera. Qué dulce el ritmo, sí. Hace años que se olvidó la costumbre de acompañar la música de poesía. Poesía, eso es lo que falta, ¿no es así Dany…?

¿Dany…?


Sábado

Dany yace aún reclinado, el suero a punto de acabarse. Miro la consola y casi me paralizo. Hay un software nuevo dentro. Otro viejo antihielos, y esta vez serio. Y desactualizado, por supuesto, que Dany nunca sabrá para eso. Miro los registros. Lo que veo no me gusta nada. No me gusta, no quiero mirar de nuevo. Pero ese, ahí; a punto de terminar con el cerebro aniquilado como tantos otros surfistas soñadores de redes, es mi amigo.

Si hubiera hackers, Dany, aún tendrías una posibilidad.

Si hubiera hackers, pienso; desoyendo mi propio conocimiento del fin del paradigma Turing – von Neumann…

Blanca, la inmensa entidad luminiscente protege el núcleo heurístico de la IA centinela. Una pequeña mosca disolviéndose en ácido de arañas; eso es el Dany ahora, atrapado entre sus filamentos helados. Un virus extraño que ha dejado parte de sí, queriendo traspasar antígenos cambiantes de reconocimiento sin poder conseguirlo. Apresado tratando de alejarse luego, también sin éxito. Un único hilo de comunicación lo conecta todavía al lugar de donde viene. Inservible por horas mientras no supe, me duché, dormí. Un anzuelo para mí, dejado intencionalmente por si lo quiero salvar.

Saco el suero del pánico, el de color rojo. Reemplazo el azul casi vacío con este nuevo. Ok, maldita IA, que remedio, ya muerdo. Aguanta Dany, digo mientras voy atando sus piernas y brazos al asiento.

Aguanta, por todos los dioses, pienso, mientras miro las gotas del suero formar un chorro rápido que comienza a caer… como las preguntas que debí enseñarle a hacerse, en vez de sólo romperle el disco del primer antihielos.

¿Qué pasa si el objetivo Turing se aloja en la arquitectura von Neumann, y el paradigma resultante echa a andar con aceleración exponencial…?

¿Qué pasa si el ciberespacio es la habitación, y las corporaciones y el bajo mundo son las que hacen las preguntas, siempre pensando en eliminar la competencia…?

¿Qué pasa si la inteligencia artificial decide competir por el monopolio de las respuestas con la inteligencia humana…?

Y qué pasa, dime Dany, ¿que demonios pudo haber pasado; si los hackers son tan sólo un recuerdo más…?

El cuerpo de Dany parece querer salir despedido del asiento. Brazos y piernas, atados, lo mantienen en posición. El suero inunda sus venas de una mezcla corrosivamente alucinógena. Sus efectos se transfieren del organismo atado a su consciencia atrapada en Bajavel; datos mutando velozmente a códigos a través del canal de comunicación. Una erupción programada nace, crece; explota haciendo volar en esquirlas la débil coraza rehén de su avatar. Las esquirlas se aferran al hielo, disuelven los filamentos, hacen retroceder el abrazo de la IA centinela. La coraza del avatar se abre, su contenido brilla momentáneo, y es absorbido por el hilo libre del enlace. El hielo se recrudece de nuevo, recupera el espacio perdido. Se funde apretadamente en el lugar donde ya no hay nada, asimila todos los restos dispersos de un avatar ya innecesario.

Y lanza una ola de enfado hacia el canal por donde está llegándome de regreso la personalidad del Dany.

Muy tarde... Dany abre los ojos a la vida en medio de un shock anafiláctico. Cierro la llave del suero, retiro los trodos. Le inyecto adrenalina, su cuerpo tiembla espasmódicamente. Una pierna se le libera y patea la consola, una y otra vez. Pido ayuda, viene gente de otros pisos. Se lo llevan. Alguien me pregunta si todo va bien conmigo. Si necesito algo. Respondo que sí. Que no. Doy las gracias. Me quedo a solas en el cuarto.

No sé cuánto tiempo pasa. Tengo en una mano el disco del software antihielos y en la otra el suero del pánico. En algún momento la consola se apaga por sí sola, como controlada a distancia. Como fríamente controlada a distancia.

Como acortando la distancia.

"…y a las IAs no les gustan los hackers, así que, si no les demuestras que eres uno de ellos, estarás ok..."

Dios. Ahora sí que estamos solos; yo, y mi conocimiento del fin del paradigma Turing – von Neumann…

Toc, toc; la puerta. Mi futuro, el inmediato, pinta mal.

A propósito de Bajavel...

Entre las películas de cf que vi en la década de los 90s, siempre recuerdo una que me pareció sorprendente: Johnny Mnemonic. Fue en el 96, en el Festival de Cine de La Habana, en la muestra de cine canadiense del Acapulco. Me gustó sobretodo porque era demasiado “cercana”. Nada de naves espaciales, mutantes, telépatas, extraterrestres, viajes en el tiempo o robots, como casi todas las películas de cf que recordaba de los 80s. No, Johnny… era una cf “de calle”, de negocios del bajo mundo con la élite de las corporaciones, de un presente sin futuro, y al parecer hasta sin necesidad de pasado. El protagonista había sacrificado sus memorias de la infancia para alquilar el espacio libre en su cerebro como almacén de información, y cargaba consigo a todas partes la duda sobre quién era él realmente. A la salida del cine me pregunté como sería escribir una historia como esa, y para cuando llegué a mi casa, ya estaba decidido a intentar escribir mis historias cf en adelante en ese “estilo”.

El “estilo”, por supuesto, era el del ciberpunk, y se podría resumir a grandes rasgos como el encuentro entre “la alta tecnología y la baja vida”. El ciberpunk eran el ciberespacio y los hackers, el tráfico de información y los bio-implantes, la nanotecnología y las inteligencias artificiales, sí; pero para mí era también una posibilidad de indagación en el interior de la persona postmoderna común y corriente, tan sobrecargada de información y desencanto. El ciberpunk, que ya estaba vivo y coleando desde los 70s, que había ganado autoconsciencia a principio de los 80s, y que había superado y desplazado como movimiento a la New Age para siempre desde la publicación del Neuromante del mismo William Gibson de Johnny…, era visto en los 90s como una estética de vanguardia. Pero en Cuba, en el 96, Internet estaba empezando y tener acceso parecía más de ciencia ficción que el mismísimo ciberespacio. Y William Gibson era un escritor tan desconocido y mítico entre mis amigos como K. Dick, Bukowski, Kundera, o Mishima, y tan remoto de ser publicado aquí algún día como ellos. ¿Qué era el ciberpunk para mí en el 96? La verdad, en esa época no sabía casi nada del movimiento. Pero sí sabía que, si quería escribir cf en serio, el camino pasaba por el “estilo” de Johnny

Había en la historia de Johnny… una especie de tribu urbana, muy tecnologizada: los loteks. Lo de low, bajo; tek de technology, gente de baja tecnología. Lotek vs hi-tech, una denominación contracultural, una subversión de un significado implantado por expertos de mercadotecnia. El concepto del lotek me gustó. Marginales generados por el desarrollo, gente preparada, pero para los que la sociedad no tiene un lugar, así que se lo tienen que buscar, y defenderlo tanto de las mafias como de los monopolios, tanto del gobierno, como de gente como ellos mismos. Gente con un sentido aguzado para aprovechar la oportunidad, para lidiar con los productos que el progreso tecnocientífico desarrolla, y que rápidamente desecha. Nada que ver con esos hambreados de las imágenes del noticiero de tantas noches (que por supuesto, existen), rodeados de moscas, a la espera de la ayuda de los organismos internacionales. No, esos marginados, esos loteks, nunca esperarían de nadie una mano. Quizás hasta la arrancarían del brazo que les tendiera una.

Así que en el 96 decidí escribir mi primer cuento en el “estilo” de Johnny… con “algo así como” un lotek como personaje principal. Dicho lotek era al principio una persona normal, que se vuelve adicto a una red “de baja velocidad”: Bajavel (Lo-Vel, para ser consecuente con los lo-teks). Al cuento le puse de título Sigue esa flecha, y aunque nunca me dejó satisfecho (intenté arreglarlo dos o tres veces) fue todo un “upgrade” para lo que escribía por aquel entonces, a medio camino entre los robots positrónicos de Asímov, y el T-100 de Terminator 2. Hice otro cuento después, también con Bajavel de fondo, Avatar, y luego otro más que nunca tuvo título, antes de intentar convertir Avatar en una novela.

Supe enseguida que nunca la iba a terminar, pero no la abandoné como hasta tres años después. ¿Por qué? Me di cuenta que estaba haciendo worldbuilding al mismo tiempo que escribía la historia. Incluso si no terminaba la novela, siempre iba a tener de resultado el universo. El “estilo” de Johnny… era mucho más difícil de lo que parecía a primera vista, y si a eso se le sumaba que yo no quería escribir para el Sprawl de Gibson, sino para un universo mío propio, pues qué remedio. Tenía que construir mi universo. En el proceso, Bajavel cambió mucho. De traducción del acrónimo de Low Velocity pasó a serlo del de Low Level (bajo nivel). Y ya no era tampoco sólo una red, sino más bien una tecnoesfera. Pero siempre mantuve su nombre original. Me gusta como suena Bajavel.

Lo más difícil, sin embargo, fue comprender un día que debía dejar atrás finalmente el “estilo” de Johnny… El estilo era sólo el vehículo de la esencia, y lo esencial para mí era poder contar mis historias de cf. El cuento que sigue es el primer intento con el que (por fin) quedé menos insatisfecho que de costumbre.