“¡Bienvenidos, molditos!”
reza el cartel colgado aprisa
a la boca de la Gran Manufactura
y ya solícitas las puertas se aprestan
a impedir el libre paso de acompañantes varios
sonriendo cómplices por la espalda a los adultos
o repartiendo patadas que infundan
confianza
a perros y gatos
Una vez dentro, Primer Hoguero da la enhorabuena
con alegre ceño de porcientos bajos
bufa, barrita, exige bochornos
“y hacia las jaulas
(por piedad, formados)
a lavar, culpables, el Honor del Templo”
Ahora, sé redondo como yo
redondo como yo,
moldito
sé redondo como yo
como yo,
redondo…
Para bostezar bien el turno
caminante lento
reparten las desidias soñolientas
migajas de responsabilidad sin tope
(tan del agrado de futuros reptores)
a intervalos precisos les visitan Actos
y repiten los gramófonos graves
la fábula de la luzalada caprichosa que desdeñó
tres veces
(¡!)
entrar por el aro
y vuelven luego, entre pausa y moraleja
el acetato…
Que redondo, redondo;
¡maldito!
¡Que no jodas más...!
¡Redondo!
Mayo, 1996
(Para Smi, que ya empezó el prescolar. Cómo pasa el tiempo...)
1 comentario:
lo peor es que a pesar de las abolladuras que afortunadamente da a los moldes la madurez, muchos se empeñan en que sigamos redondos..,redondos
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